miércoles, 25 de mayo de 2011

“Puede ser mi último año y me gustaría irme con un título”

A pocas horas de una nueva final, Sergio Hernández dialogó a fondo con El Atlántico. “Oveja” repasó su exitoso ciclo en Peñarol y dejó entrever que buscará otros rumbos cuando termine la temporada porque desea extrañar un poco la Liga”. Será su octava final y si gana será su 5to título convirtiéndolo en el más ganador de todos.
A partir de este miércoles, Sergio Hernández disputará su octava final como entrenador y buscará el quinto título, para transformarse en el más ganador de la historia de la Liga Nacional de Básquetbol. Pero más allá de la estadística, “Oveja” tiene un motivo más importante para disfrutar la definición del certamen. Sabe que su ciclo de cuatro años al frente de Peñarol está cerca de terminarse. Necesita renovarse, se siente algo estancado y aspira a nuevos desafíos profesionales, a pesar de tener bien en claro que no será fácil encontrar un lugar mejor. Un nuevo título, el sexto en su ciclo en Mar del Plata, sería la mejor despedida.

Mejor que acá no puedo estar en Argentina. Pero la comodidad a veces no es el mejor acompañante de un entrenador deportivo. A veces hay que buscar la incomodidad… nuevos lugares, nuevos desafíos, nuevas miradas”. Sin querer desviarse de la final, Hernández dejó entrever que el adiós o el hasta luego está cerca. Por eso, repasó su proceso en Peñarol y habló de la apasionante definición que se viene, en una extensa charla con El Atlántico.

-Dicen que cuando alguien está aburrido, el tiempo se le pasa muy lento. Y cuando se divierte y está entretenido, generalmente se le pasa rápido. ¿A vos cómo se te pasaron estos cuatro años?

-(Se ríe) ¿Los cuatro años? Bien, hubo momentos que se me hicieron más largos y otros no tanto…

-Pero no por aburrimiento…

-No, no tuve mucho tiempo de aburrirme. De todas maneras, me parece mentira a veces ver que llevo cuatro años acá. Es extraño. Sinceramente, se me pasó tremendamente rápido.

-Más allá de lo económico, ¿qué fue lo que te sedujo para permanecer tanto tiempo en un lugar?

-Que los sueños de Peñarol corrían paralelos a los míos. Y que es un club de muchos años de trayectoria y de gran prestigio, lo que conlleva cierta presión. Eso coincidía con el momento de mi carrera, yo estaba buscando eso. Viéndolo desde el lado estrictamente profesional, eso es lo más importante: haber coincidido en los objetivos con la dirigencia y con el club. Lo que pasa es que dicho esto ahora, cuando llevo 20 años en esto, parece que es normal que un entrenador siempre busque un equipo altamente competitivo y con ganas de salir campeón. Pero no es así o no debería serlo, hay etapas y etapas. En 1997 estuve reunido con Boca, que acababa de salir campeón y Julio Lamas se iba a la Selección. Yo no sé qué hubiese pasado si me elegían a mí. Salí de la reunión esperando no ser elegido porque consideraba que no era el momento. Era muy nuevo, muy joven y no me parecía. Siempre tuve claro que las cosas tienen que darse en su debido momento. Pero en Peñarol se unió todo. Fue el momento justo y el lugar adecuado. Después, todo lo colateral. Una ciudad maravillosa, que no la conocía más allá del verano y me gusta más fuera del verano; la cercanía con mi familia y la relación con la gente y con los dirigentes, que se va haciendo cada día más fuerte y más parecida a una amistad.

-En tu cuenta de Twitter escribiste que te gustaba Mar del Plata y que la ibas a extrañar cuando te vayas. ¿Se acerca tu partida?

-No sé. O no sé si es el momento para hablar de eso, estamos a horas de una final. Ni tengo que distraer mi mente con qué va a pasar en el futuro, ni creo que a la gente le deba interesar demasiado eso cuando estamos a punto de vivir la parte más linda de la competencia. La energía y la mente tienen que estar puestas ahí, aunque de todas maneras yo lo dije ya varias veces y no me preocupa decirlo: me quedaría toda la vida en Peñarol, ¿qué más quiero? Mejor que acá no puedo estar en la Argentina. Pero la comodidad a veces no es el mejor acompañante de un entrenador deportivo. A veces hay que buscar la incomodidad… nuevos lugares, nuevos desafíos, nuevas miradas… porque sino te empezás a convertir en algo que no somos. Nosotros, para crecer, tenemos que movernos. De todas maneras, esto lo digo siempre y cuando uno pueda dar un salto de calidad. Porque tampoco sirve moverse para dar un paso para atrás, no sería lo ideal. Y dar un salto de calidad, desde el Peñarol de hoy, es muy difícil. Por eso hablo de posibilidades de ir a Europa o si es en América, que sea algo similar a la idea que tuvo Peñarol en su momento. Que pueda decir: “voy a un lugar igual, pero estoy cumpliendo esta idea de ir a buscar nuevas cosas, que la gente no me conozca y los dirigentes y los jugadores tampoco. Que tenga que ganármelos otra vez con mi trabajo“.

-Y el hecho de irte a vivir afuera nuevamente, ¿es algo que pensás que te puede costar? Porque es un tema siempre complicado…

-Sí, es un tema. Pero siempre depende. Si salir a vivir afuera me da la posibilidad de tener un crecimiento en lo profesional y en lo económico, son cosas que tenemos que hacer. Yo estoy en un buen momento de mi carrera, y la carrera en el deporte es bastante ciclotímica. Vos fijate que hay un montón de entrenadores jóvenes muy buenos, de hecho ahora vamos a enfrentar a uno en la final (NdeR: Sebastián González). Además están (Gabriel) Piccato, (Nicolás) Casalánguida, (Silvio) Santander… hay un montón de entrenadores jóvenes que en algún momento van a ocupar los lugares que hoy ocupamos Julio (Lamas), Rubén (Magnano) y yo. Estamos lejos del final de nuestra carrera, pero es verdad que somos los que estamos en el mejor momento por experiencia, por cantidad de partidos, por vivencias, conocimiento del básquet internacional, etcétera. Creo que es el momento justo, si no es ahora puede que no sea nunca.

-Al escucharte, se nota que necesitás otros desafíos después de haber logrado lo que conseguiste en Argentina.

-Sí, siento un poco eso. Siento también que me gustaría extrañar un poco la Liga nuestra. Poder salir este año o el otro, porque yo sé que mi lugar en el mundo es este. Me gustaría verla desde otro lado y luego volver con más energía, con otra visión. Sé que la nuestra es la mejor de América, no tengo ninguna duda, pero ninguna duda. Aunque los argentinos somos muy críticos a veces, muy ácidos y siempre vemos la mitad del vaso vacío. Pero fuimos medalla de oro en los Juegos Olímpicos y por algo conseguimos todas las cosas que conseguimos.

UNA TEMPORADA ESPECIAL

-Fue una temporada extraña, por tu salida de la Selección, por la licencia que tuviste que pedir y porque el equipo que arrancó bien, tuvo un bache y después se acomodó para llegar a otra final. ¿Qué conclusiones sacás?

-En lo personal, más de lo mismo. La acumulación de situaciones, de partidos, de momentos estresantes que he tenido en los últimos cinco años, en algún momento iba a hacer mella. Y lo hizo ahí, en ese momento. Me agarró un poco con la guardia baja y decidí hablarlo con la dirigencia, que me propuso tomarme unos días. Eso coincidía con lo que decía mi médico, que necesitaba tomarme unos días. Aunque él me decía que necesitaba tomarme más, pero bueno… tampoco él se los toma así que, que no me diga a mi (risas). Después fue normal, hicimos una buena Copa Argentina y la ganamos. Veníamos con el envión de la temporada pasada, hicimos unos buenos primeros quince partidos… yo creo que hasta el partido del récord de triples de Leo Gutiérrez, por tomar una referencia, el rendimiento de Peñarol era ya exagerado. Ganábamos en cualquier cancha, estábamos invictos afuera…parecía que no iba a haber Liga, daba la sensación que Peñarol iba derecho a la final. Después de ese partido tuvimos un bajón bastante pronunciado, que no nos permitió tener el rendimiento que hubiésemos pretendido. Pero fue normal, porque ningún equipo fue demasiado regular salvo Obras, que después se cayó en los play - offs. Es muy difícil mantener un equipo bien durante diez meses en todas las competencias, como lo logró Peñarol el año pasado.

-¿Qué sentís a pocas horas de afrontar una nueva final?

- Las tomo a todas como si fueran la primera. No estoy ni más relajado porque sea mi octava final de Liga ni tampoco más tenso por eso. Uno no se acuerda de la primera, pero imaginate que no debo haber dormido durante veinte días. Para colmo me tocó ir a séptimo partido (NdeR: en Estudiantes de Olavarría, le ganó 4 a 3 a Atenas en la temporada 99-00) y ganarlo en los últimos dos minutos, ¡casi me muero! Después la experiencia te va jugando un poco a favor. Pero siempre hay un condimento. Ahora jugamos contra Atenas, que Peñarol está empatado en las finales 1 a 1, es mi quinta final contra Atenas, gané dos y perdí dos, por lo que también sería otro desempate; soy el entrenador con más partidos jugados en la historia de la Liga y juego contra el entrenador con menor cantidad de partidos jugados que llega a una final...

-Si sos campeón lo pasás a Magnano en cantidad de ligas ganadas.

-¿Si? Bueno ponele, también es un desafío personal, el hecho de ser el único entrenador con cinco títulos. Sinceramente mucha bola no le doy a eso. Es más, no lo tenía muy en claro. Y lo de la octava final y lo de las cuatro finales jugadas ante Atenas lo tengo claro porque el otro día “Manu” Ginóbili me lo preguntaba por Twitter. Entonces yo le iba contestando y ahí me hizo estudiar un poco el tema. Encima el caradura me dice: “No está mal”. Obvio que no está mal, está muy bien. ¿Qué se cree? ¿Que son todos Ginóbili? (risas). Así que siempre hay condimentos. Puede ser mi último año en Peñarol y me gustaría irme con un título. Pero más motivación de lo que es una final en sí no hay. Esto ya es exitoso, incluso antes de jugarla. Pero no exitoso para mí, para Peñarol. El hecho de volver a estar en otra final… ahora puede ser la frutilla del postre, pero a veces al postre te lo comés igual sin frutilla. Ahora lo que hay que hacer es disfrutarla, porque sino uno no se da cuenta y lo único que hace es disfrutar un título. Y un título dura nada, una noche. Cuando te despertás al otro día, generalmente con resaca (risas), te das cuenta que hay otro camino por delante.

-Ya jugaron tres partidos con Atenas. ¿Qué pálpito tenés para la final? ¿Te sorprendió que hayan llegado a esta instancia?

-La serie regular y los torneos que no son la Liga, son difíciles de comparar con lo que es una final. Digamos que los antecedentes valen poco, sino preguntale a Obras, Quimsa o tantos otros, como los Lakers en la NBA o San Antonio. Pero Atenas es un equipo que, cuando se armó, pocos esperaban que llegara a la final una vez más y yo me incluyo. Juegan muy bien colectivamente, defensivamente son el mejor equipo de la Liga y su fortaleza nace desde la defensa. Tienen un entusiasmo casi juvenil, pero potenciado por la experiencia de algunos jugadores como Lábaque. Tiene dos extranjeros muy comprometidos con el grupo, que hacen el trabajo sucio si lo tienen que hacer y si no hacen su trabajo de jugadores líderes, como lo hicieron en el tercer partido de la semifinal. Es de esos equipos que el día de mañana van a decir: “Tenía a Lescano, Gerlero, Gerbaudo”. Pero fue Atenas el que se animó a ficharlos a esos jugadores. A mi ahora me dicen: “Pero vos en Estudiantes tenías a Farabello, Baldo, Mc Cray, Wolkowyski”. Sí, pero cuando yo los fiché no eran lo que terminaron siendo. Sino Estudiantes no los hubiera podido fichar porque había equipos que pagaban más dinero.

-Vos lo tuviste como jugador al “Lobito” Fernández, que es asistente en Atenas. ¿En aquella época ya veías que podía ser entrenador?

-El “Lobito” fue campeón de la Liga con cinco equipos, en algunos con más participación que en otros. Pero siempre fue un referente, un líder silencioso, un estratega. El no era muy rápido, no era alto, no saltaba mucho, no era un goleador, no era un jugador habilidoso. Sin embargo, era de los buenos en serio. Sabía cómo hacer ganar a su equipo, cómo potenciar a sus compañeros. Así que no me extraña nada que esté ocupando un cuerpo técnico. Tiene un equilibrio emocional muy grande, es capáz de absorber la presión y no demostrarla. Va a ser un placer jugar contra él una vez más, compartir una cancha con él trae muchos recuerdos. Es un orgullo.

-Mencionaste el equilibrio emocional. ¿Consideras que para un entrenador eso es más importante que los conocimientos tácticos?

-Hay que tener las dos cosas. Por eso los entrenadores se van consolidando con el tiempo. Porque cuando sos más joven quizás tenés más conocimientos tácticos, porque estás leyendo todo y mirando nuevas tendencias. Le copias los sistemas a los europeos, estudiás la NBA. Pero no tenés el equilibrio. Y cuando sos más veterano, sos más práctico. Ya no comprás todo lo que se vende tácticamente y comprás lo que vos le podés transmitir mejor al equipo y a los jugadores que tenés. A eso le agregás el equilibrio emocional. Pero hay mucho verso con esto de que tal entrenador es un buen motivador y demás… el entrenador tiene que ser completo. Si vos querés un entrenador de primer nivel, tenés que tratar de cubrir varias áreas. Lo que hoy se hace mucho y se va a hacer cada vez más, es armarse de un cuerpo técnico poderoso.

Por Bernardo Rolón y Ricardo Juan - Diario El Atlántico

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