jueves, 26 de mayo de 2011

Uy! Nos rompieron el ooocote!

Tal como dice el personaje de Diego Capusotto le salió cara la fiesta a Atenas de Córdoba en su primera aparición en el Polideportivo en la final ante un Peñarol que lo estuvo esperando con cuchillo y tenedor. Fue 95 a 64 con un baile histórico. No hubo equivalencias en un juego donde brillaron Leo Gutiérrez y Kyle Lamonte.
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Y ahora también sucursal Córdoba “Uy! Nos rompieron el ocote”.

El humor de Diego Capusotto puede sacar un poco el fastidio que puede tener Atenas por el primer juego de la final. Puede también ser una forma de encarar una crónica que no sabe por donde empezar. Porque no se puede hablar del primer partido de la final. ¿Qué partido? Si la final no empezó.

No hubo equivalencias entre dos equipos que todos suponemos equilibrados, no hubo forma de hacer un partido de final con un equipo que se entregó muy rápido (mentalmente) y otro que lo atropelló. Sería conveniente poner más énfasis analítico cuando haya partido.

En el primer tiempo Peñarol la diferencia la hizo con la efectividad pero antes que eso la hizo con su convicción, con la firmeza de confiar en los mismos argumentos que lo llevaron a la final. Por su puesto que meterla alimenta la confianza, otorga seguridad sobre el plan trazado, pero Peñarol tuvo claro que debía hacer y cómo hacerlo, en cambio Atenas se metió con mucha facilidad en los problemas que su rival quería.

El conjunto cordobés jugó todo el año con el pick and roll entre su dupla interna y el base. Bruno elegía con quien jugarlo y alimentaba con sus rompimientos al tirador a pie firme o a los internos. En el primer tiempo hizo todo al revés. La defensa de Peñarol buscó de modo permanente alejar a Lábaque de su primer pick pero lo logró merced a la facilidad con que Atenas dejó el balón en manos de Gerlero o Lescano. Solo, Lábaque se fue alejando de la pelota. Seba González uso primero un minuto (15/5) para recordarles que estaban atacando a un sólo tiro, pero sus dirigidos estaban sordos, usaron la individualidad para vulnerar la defensa cuando no fue su característica en todo el año.

Contra Peñarol y en la final ponerse en plan “B” tan rápido es muy complicado, pero lo peor para Atenas encima fue la efectividad que tuvo el local. Leo metió los dos primeros triples que tiró, Lamonte metió el suyo y en el juego de pases alimentaron bien la conexión del alto-bajo. Con tiros simples, efectivos, la distancia se abrió 22-9 a falta de 2 minutos.

En el segundo cuarto la rotación desde el banco de Peñarol buscó la misma intensidad defensiva de cerrarse mucho sobre su canasto cuando alguien buscaba el aro y ser muy agresivo sobre la línea de pases, por eso Seba González el técnico griego mandó a Lábaque de escolta con Gerbaudo de base, para tener más juego. Pero no le salió porque Gerbaudo fue individual y se olvidó de sus socios internos que esperaban posteados infructuosamente un balón que nunca llegaría. Cuando Lewis y Williams lograban tener la pelota en sus manos lo hacían a 5 metros de frente al canasto, exactamente donde quería Peñarol que la recibieran.

Atenas fue un desconcierto, metiéndose en lo que nunca debió hacer: responder con juego individual la falta de juego de equipo. Lo hizo por necesidad pero tan rápido, tan fácil, tan mansamente entregado. Porque caer en trampas defensivas, no pasar bien el balón, tirar forzado, incluso está permitido, pero a Atenas le faltó el plus de enojarse, de rebelarse, de no permitirle a Leo seguir tirando el 4to, 5to, 6to triple como si el baile fuera una invitación con agasajo al tiro de tres puntos.

Y Leo Gutiérrez fue una trituradora metiendo 6/9 en triples en el primer tiempo y 20 puntos. Apoyado por Kyle Lamonte que hizo todo bien (14 en la primera mitad). Justo los dos que Atenas debía parar.

Cuando comenzó el segundo tiempo la diferencia era de 23 puntos (55-32). Quizás el 3er cuarto fue lo mejor de Atenas en el partido. Hizo menos puntos que en los otros dos pero jugó al menos a Algo de lo que puede jugar. Se animó a subir a sus pivotes a la línea de tres puntos y meter un pick. Pero Lewis estuvo sintonizando otro canal y no fue efectivo. Al menos por un rato, solo por un rato, incluso sin meterla Atenas se pareció a Atenas.

De todos modos con el partido en sus manos Peñarol logró que nada lo asustara. Infló el pecho, se ajustó el cinturón y paseó elegante ante los más de 7000 espectadores que coparon el poli. Se sintió cómodo a sabiendas que su triunfo no peligraba. Leo Gutiérrez ya no la metió (salvo un triple inicial en el 3er cuarto) pero estaba todo bajo control. Su compadre Martín Leiva tomó la posta y fue increíble verlo driblear caído en el piso contra tres. Mucho más increíble eso que haber metido un triple. Atenas no podía con todo lo que le salía a su rival. Quedó espacios para el ingreso de todos los juveniles y los lujos, todos del local que se divirtió llegando al final por una diferencia histórica de 31 puntos. Nunca Atenas había caído por más de 24 en una final. Sigue el viernes... o empieza?

Síntesis
Peñarol (95):
Sebastián Rodríguez 8, Kyle Lamonte 18, Nicolás Lauría 5, Leo Gutiérrez 23 y Martín Leiva 13 (FI) Ale Diez 2, Mariano Fierro 0, Facundo Campazzo 4, Matías Sesto 5, Selem Safar 8, Mauro Cerone 0 y Alejandro Reinick 2. DT Sergio Hernández

Atenas (64): Bruno Lábaque 13, Matías Lescano 7, Miguel Gerlero 2, Greg Lewis 8 y James Williams 13 (FI) Diego Gerbaudo 3, Juan Manuel Rivero 3, Pablo Orlietti 2, Felipe País 3, Mariano García 5, Bruno Barovero 5. Dt Sebastián González.

Parciales: 24-16, 55-32, 73-46.
Árbitros: Sampietro, Ramallo y Brítez.
Estadio: Polideportivo Islas Malvinas.

Pablo Tosal
En twitter @pablotosal
www.pickandroll.com.ar

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